lunes, 23 de marzo de 2009

Economía sumergida

Historias de tres parados que trabajan dentro de la economía sumergida
'Estraperlo' de pescado en Cádiz.Este parado 'sobrevive' a la crisis vendiendo sardinas que le regalan los pescadores

Si mañana no sopla levante y la flota puede salir a faenar en el Golfo de Cádiz, quizá pueda rebañar una caja de pescado para revenderla después y llevar unos euros a su casa. Los pañales y la leche para el niño de 14 meses, que vino al mundo cuando ya estaba en el paro no entienden de recesión, ni de ajustes ni de gaitas.

Como en Los lunes al sol, todos los días son festivos para desesperación de Antonio J., desde que la multinacional estadounidense Delphi decidió echar el candado a la planta que tenía en la localidad de Puerto Real y en la que él trabajó como eventual durante 13 años. Desde entonces, a la espera de que la Junta de Andalucía cumpla su promesa de recolocación, sigue en el dique seco.

A falta de una cadena de montaje en la que trabajar, este gaditano de 38 años se busca la vida como puede. «Me levanto muy temprano, me voy al muelle y los pescadores de las traíñas, que ya me conocen, te dan a lo mejor media caja de sardinas o, si la cosa se les ha dado bien, una de sardinas y otra de boquerones. Y luego intento vender el pescado a conocidos o me pongo en una esquina sin que te coja la Policía. Más que nada es para poder comprarle los pañales al niño y para que no le falte la leche, porque si uno tiene que comerse un bocadillo...», afirma.

Esta es la rutina de Antonio, cuando no hay temporal ni hay paro biológico. Este estraperlo del siglo XXI tampoco da para hacerse millonario. A media caja de boquerones le puede sacar «10 ó 12 euros» como máximo. «Esto no es vida», se lamenta.

Algunas veces, cuenta, se acerca a Astilleros por si una subcontrata necesitara personal y en ocasiones ayuda a un antiguo compañero de Delphi a pintar pisos. Todo bajo cuerda, claro. Tampoco abundan estas chapuzas en plena crisis. «El tema está muy parado, porque nadie quiere hacer reformas. Antes te llamaban para pintar las casas y ahora lo hacen los propios dueños. Por aquí la cosa está bastante fastidiada», comenta.

Lo que no paran son los gastos: la luz, el teléfono, la comida, la hipoteca... «Cada vez llego más asfixiado. Más de un pago se ha tenido que demorar y he tenido que pedir dinero prestado a la familia», reconoce. Y agrega: «Yo no pido dinero, sólo un puesto de trabajo para vivir dignamente».

Fuente:www.elmundo.es/mercados. 22/03/2009.ANTONIO SALVADOR / Cádiz